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domingo, 11 de marzo de 2018

Rosa de Castilla, uso potencial como antioxidante y anticancerígeno


En la búsqueda para aprovechar de forma sustentable los recursos naturales y residuos agroindustriales de la región, científicos del Departamento de Investigación en Alimentos (DIA) en la Facultad de Ciencias Químicas (FCQ) de la Universidad Autónoma de Coahuila (Uadec) extraen compuestos bioactivos a partir de plantas del semidesierto y desechos de la industria agrícola y alimentaria.

Con este proyecto, los investigadores buscan conocer y aplicar las propiedades benéficas de plantas y residuos aparentemente poco útiles, como el hojasén, gobernadora, sangre de drago, cáscara de nuez, cáscara de granada, etcétera.

Actualmente, el equipo de investigadores está enfocado en la rosa de Castilla (Purshia plicata), una planta del semidesierto de Coahuila, utilizada en la medicina tradicional y con múltiples aplicaciones potenciales.

Respecto a la relevancia de estos estudios y los diversos usos que podría tener la rosa de Castilla, los especialistas de la Uadec detallan sus resultados, potencial y áreas de oportunidad de las propiedades de esta planta para el beneficio del ser humano.

Un compuesto bioactivo es una molécula de origen natural (en este caso de origen vegetal), que tiene la propiedad de conferir un beneficio a la salud. De esta forma definió este tipo de compuestos el doctor Juan Alberto Ascacio Valdés, profesor investigador del DIA de la Facultad de Ciencias Químicas de la Uadec y miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Algunas de las propiedades que puede tener un compuesto bioactivo son, por ejemplo, protección contra radicales libres evitando la oxidación celular, evitar enfermedades causadas por microorganismos, efectos anticancerígenos, entre otros.

“Nos referimos a la obtención de compuestos o moléculas bioactivas que se caracterizan por tener una actividad biológica, puede ser un compuesto antimicrobiano, antioxidante, antiviral, anticancerígeno, etcétera. Los extraemos con técnicas alternativas o nuevas, por ejemplo, el uso de bioprocesos que involucran microorganismos que nos ayudan a extraer o tener más biodisponibles las moléculas que nos interesan”, puntualizó el científico Ascacio Valdés.

La existencia y características de estos compuestos han sido estudiadas a partir de residuos agroindustriales como: cáscara de nuez, cáscara de granada, cáscara de cítricos, bagazos, entre otros; además de plantas del semidesierto como hojasén, gobernadora, sangre de drago, candelilla, rosa de Castilla, hierba anís, etcétera.

“En esa inquietud, quisimos estudiarlas más a fondo para ver qué moléculas son las responsables de las propiedades medicinales que pueden tener plantas nativas de aquí, como la rosa de Castilla que estamos trabajando ahora”, añadió el investigador del DIA.

n los laboratorios del DIA, desarrollaron un proyecto para evaluar la planta rosa de Castilla como una potencial fuente de compuestos polifenólicos con importantes actividades biológicas.

“Lo que se hizo primero fue realizar unas pruebas previas para conocer la planta, ya que ha sido poco estudiada y si la planta era un material adecuado para realizar la fermentación. Posteriormente a eso, se realizaron diversas fermentaciones para conocer las mejores condiciones de extracción y el tiempo de máxima acumulación de estos compuestos”, explicó el químico farmacobiólogo José Carlos de León Medina, egresado de la Facultad de Ciencias Químicas y colaborador del proyecto.

Para obtener estos compuestos, durante el experimento se empleó el hongo filamentoso Aspergillus niger GH1 en un proceso de extracción asistido por fermentación en estado sólido.

“La fermentación en estado sólido se considera así porque tiene una humedad relativamente baja, o una humedad mínima, que necesita el microorganismo para poder crecer, a diferencia de la convencional donde el agua es abundante. Entonces, lo que estamos utilizando como soporte y sustrato es la planta como tal, para que crezca el microorganismo y nos ayude a extraer los compuestos que nos interesan”, puntualizó el doctor Ascacio Valdés.

Además del bioproceso de fermentación en medio sólido, que es el principal en este proyecto, los especialistas utilizan otras técnicas como ultrasonido, microondas y tecnología híbrida de ultrasonido y microondas que permite aumentar rendimientos. Estas técnicas son consideradas alternativas que disminuyen la contaminación y generación de residuos.

Durante la investigación, se hicieron pruebas para determinar su actividad antioxidante y antiproliferativa en células de cáncer cervicouterino. Los resultados del proyecto confirmaron que la rosa de Castilla tiene alto contenido de compuestos polifenólicos y la presencia de compuestos de interés para el sector industrial farmacéutico y alimentario, como el ácido elágico.

También se demostró que el extracto de la planta cuenta con una alta actividad antioxidante, y se redujo de forma significativa la proliferación de las células cancerígenas.

“Se observó que fue una fuente adecuada para la extracción de estos compuestos que presentaron una buena actividad antioxidante y, a la vez, se demostró que estos compuestos, cuando se aplicaron a la línea celular cancerígena, evitaron su proliferación. Esta prueba nos da indicios de que estos compuestos poseen una potencial actividad anticancerígena”, señaló De León Medina.

Una prueba de viabilidad celular indica la cantidad de células presentes, en este caso cancerígenas, y se consideran efectivas cuando la viabilidad celular es menor a 70 por ciento.

En este proyecto, como resultado, se observó que al aplicar los compuestos provenientes de la rosa de Castilla sobre una línea celular de cáncer cervicouterino, la viabilidad celular fue de 40 a 50 por ciento aproximadamente. Es decir, tras la aplicación de los compuestos, solo se encontró de 40 a 50 por ciento de células cancerígenas presente y se evitó la proliferación del resto. Sin embargo, a pesar de los resultados prometedores, el científico Ascacio Valdés aclaró que es prematuro indicar que estos compuestos son anticancerígenos.

“En particular, con la rosa de Castilla hemos estado trabajando contra cáncer cervicouterino y hemos visto que tiene cierto efecto. Sin embargo, estamos todavía con algunos procesos o experimentos científicos en puerta, para poder demostrar al 100 por ciento que es 


anticancerígeno”.

Actualmente, los investigadores están definiendo las diferentes condiciones de extracción y protocolos de identificación de compuestos; además de evaluar la toxicidad de estos compuestos que, hasta el momento, ha resultado negativa.

Respecto a las perspectivas a futuro, De León Medina comentó: “Podría estandarizarse más el proceso de fermentación, checar algunos otros parámetros cinéticos para que nos den mayor información de la fermentación. También los mismos compuestos podrían ser probados contra otra línea celular cancerígena para observar si se tiene el mismo efecto que contra las de cáncer cervicouterino”.

Para finalizar, el doctor Ascacio Valdés agregó que, a pesar de que las moléculas hasta ahora son seguras, aún falta tiempo y pruebas para llegar a una aplicación en los sectores farmacéutico y alimentario.

“Estamos en la parte inicial. Son moléculas seguras, pero creo que para llegar a formulaciones de alimentos o nutracéuticos será de dos a tres años más cuando estaremos abordando esa parte. En la industria farmacéutica se pueden ir evaluando a la par. Ahora nos estamos enfocando en los estudios in vitro, científicos, para tener la base y poder pensar en una aplicación”.




Redacción de Felipe Sánchez Banda en: http://conacytprensa.mx/index.php/tecnologia/biotecnologia/20237-rosa-de-castilla-antioxidante-y-anticancerigeno

Fotografía de Conacyt

Innovación mexicana en el tratamiento de insuficiencia renal


La insuficiencia renal crónica o enfermedad renal crónica es un problema grave de salud pública a nivel mundial, se calcula que casi 10 por ciento de la población la padece. En México, más de ocho millones de personas sufren de insuficiencia renal, y de estas solo unas 100 mil reciben tratamientos de diálisis (diálisis peritoneal y hemodiálisis).

A principios de enero de 2018, fue inaugurada en la Ciudad de México la primera Clínica de Investigación en Hemodiálisis, como parte de un proyecto estratégico del Centro Nacional de Investigación en Imagenología e Instrumentación Médica de la Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa (CI3M UAM). Esa clínica forma parte del programa de Laboratorios Nacionales del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

La contribución al conocimiento de esta clínica consiste en un nuevo proceso capaz de minimizar el consumo de medicamentos crónicos y preserva el bienestar del paciente en tratamiento por hemodiálisis a largo plazo. Los beneficios esperados del proceso es reducir hasta 35 por ciento los gastos directos e indirectos de los tratamientos, “además de incrementar el control de calidad para disminuir de 20 por ciento la tasa actual de letalidad de las clínicas a solo cinco por ciento. Todo para duplicar la calidad de vida y sobrevida de los pacientes con insuficiencia renal crónica terminal”, explica Miguel Cadena Méndez, asesor de investigación y desarrollo de la clínica.

La visión en el nuevo proceso es personalizar su funcionamiento a las necesidades de cada paciente mediante indicadores fisiológicos, medidos por un monitor, que prevengan los eventos adversos como son la hipotensión intradialítica. Así, la misión de esta primera clínica de investigación es demostrar en 2018 que el nuevo proceso es reproducible en cualquier unidad médica pública o privada del sector salud.

Los riñones, además de producir hormonas para mantener la presión sanguínea y hemoglobina estables, ayudan a eliminar el exceso de líquidos y desechos dañinos que se acumulan en el cuerpo (toxinas urémicas) derivado del metabolismo, pero cuando una persona presenta insuficiencia renal crónica en estado avanzado, esto ya no es posible sin la ayuda de un tratamiento que reemplace la función de los riñones.

Entre las técnicas estándar que sustituyen la función del riñón, se encuentran la diálisis peritoneal, la hemodiálisis y el trasplante renal. Tras la histórica primera hemodiálisis humana en 1942 a cargo del alemán Georg Haas —que se realizó sin éxito— y numerosos estudios posteriores, en la década de los setenta la hemodiálisis se convirtió en el tratamiento más común para insuficiencia renal.

Ángel Fonseca Alva, médico nefrólogo de la Clínica de Investigación en Hemodiálisis, explica que para tal procedimiento se extrae sangre del paciente por medio de un acceso vascular, esta fluye a través de una máquina que utiliza un filtro con membranas en forma de capilares que depura desechos, sales y líquidos nocivos que interfieren con diversas funciones biológicas de los riñones. Este tratamiento se realiza tres o cuatro horas por cada sesión, tres veces por semana.

De acuerdo con Joaquín Azpiroz Leehan, ingeniero biomédico y director de la Clínica de Investigación, la calidad de los tratamientos de hemodiálisis es aún deficiente. Ello se debe principalmente a que la técnica convencional solo permite depurar toxinas urémicas de pequeño peso molecular, sin extraer a largo plazo moléculas grandes de mayor toxicidad.

“Cuando el cuerpo acumula toxinas, gran exceso de agua y fosfato (de pequeño tamaño dentro de las células ), los vasos sanguíneos se cierran y por tanto la presión sanguínea aumenta todavía más, lo que genera una carga en las presiones internas del corazón haciéndolo crecer innecesariamente. Así, la función cardiocirculatoria se compromete y en cualquier momento termina por provocar, entre otros efectos negativos, el infarto al miocardio. Otros problemas derivados de la acumulación de toxinas son la tromboembolia pulmonar y la calcificación en los vasos sanguíneos. Entre 15 y 25 por ciento de los pacientes puede morir en un periodo de tres años debido a estas alteraciones”, expresa por su parte Ángel Fonseca.
Hemodiafiltración en México

En la Clínica de Investigación en Hemodiálisis se implementará la hemodiafiltración, a diferencia de la hemodiálisis, esta depura toxinas urémicas, tanto pequeñas como grandes moléculas. “La hemodiafiltración infunde aproximadamente 20 litros de agua ultrapura directamente a la sangre para que se genere un mayor flujo sanguíneo y dializante. Estos altos flujos aumentan la presión hidrostática en las membranas del filtro dializador para eliminar más moléculas, aquellas que son de gran tamaño”, explica Azpiroz Leehan.

Aunque la hemodiafiltración ya se aplica en algunos países de Europa, la clínica sumará técnicas basadas en investigaciones del doctor Miguel Cadena Méndez, profesor investigador adscrito al CI3M —que se han publicado en revistas especializadas desde 2007 pero no han llegado a la práctica médica—, en ellas se incluyen innovaciones que se gestaron en el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez (INCICH).

Las investigaciones del doctor Cadena Méndez documentaron el impacto del ejercicio aeróbico, del control de la temperatura del líquido dializante y del apoyo nutricional durante el proceso de hemodiafiltración: técnicas innovadoras que se implementarán en el nuevo proceso.

“Buscamos un tratamiento menos agresivo, queremos que los pacientes realicen ejercicio para que puedan eliminar más cantidad de líquidos y toxinas en el menor tiempo posible, evitando la hipotensión intradialítica. Los pacientes estarán cautivos mejorando su desempeño cardiovascular todo el tiempo. Queremos que se sientan como si estuvieran en un club deportivo, donde hacen spinning. Además, les daremos una dieta hiperproteica e hipercalórica acorde con la actividad física y con el reto fisiológico de la hemodiafiltración para que el proceso logre reproducibilidad”, explica Joaquín Azpiroz Leehan.

Una de las principales complicaciones en el tratamiento de hemodiafiltración es el aumento gradual de la presión arterial. Para evitar esto, se implementarán mejoras a la técnica de control de temperatura del líquido dializante, el cual contiene una variedad de solutos que se utilizan durante el proceso de hemodiálisis para extraer las toxinas.

“Utilizamos una máquina que tiene la capacidad de modificar la temperatura del líquido dializante en tres modalidades. El efecto, cuando así se desea, es bajar la temperatura de los vasos sanguíneos para generar vasoconstricción periférica, así empiezan a cerrarse y la presión aumenta y con esto evitamos o disminuimos el riesgo de que el paciente tenga hipotensión”, expresa el doctor Ángel Fonseca.

De acuerdo con el nefrólogo Ángel Fonseca, a nivel mundial, la mortalidad de enfermos renales que se someten a un tratamiento con hemodiálisis convencional representa el 23 por ciento, mientras que con la hemodiafiltración este porcentaje desciende a 17 por ciento. La meta del proceso innovador es lograr tasas de letalidad del orden de cinco por ciento.

Una parte no menos importante es el desarrollo de tecnología a cargo de investigadores del CI3M. Un monitor de parámetros fisiológicos será la clave —en trámite de patente— en la implementación del nuevo proceso. Los parámetros estarán relacionados con el control del sistema nervioso autónomo, el sistema metabólico y los cambios en la composición hídrica.

“A través del monitor, observamos el esfuerzo fisiológico que realiza el paciente durante el tratamiento. La idea es compensar el esfuerzo fisiológico del paciente para que se sienta abrazado por la tecnología y así no la rechaza. Queremos mantener su bienestar a largo plazo y así lograr que los pacientes no se den por vencidos en los tratamientos de hemodiálisis”, explica Miguel Cadena.

Otra innovación en el nuevo proceso es la inclusión de tratamiento de datos por inteligencia artificial. Los patrones a descubrir estarán basados en un análisis del historial clínico de todo paciente. La idea es realizar mejora continua en la personalización del proceso para mejorar las condiciones fisiológicas pre y posdialíticas en las poblaciones típicas que se estarán atendiendo en esta primera clínica y por regiones en el país.
Problemas en el acceso al tratamiento de hemodiálisis

Los especialistas en salud han resaltado los beneficios de adoptar un estilo de vida saludable. Con el aumento en la incidencia de enfermedades crónico degenerativas como diabetes, obesidad e hipertensión, en un futuro también se incrementaría el número de personas que necesitarían tratamiento de hemodiálisis.

De acuerdo con Miguel Cadena, cerca de 0.2 por ciento de la población total la padecen en fase terminal, pero ocho por ciento ya presenta signos de las fases iniciales derivados principalmente de la diabetes tipo II e hipertensión crónica; ambas enfermedades generadas por la prevalencia de obesidad (31 por ciento) y sobrepeso (30 por ciento).

El problema es grave, califica el especialista, debido a que 50 por ciento de los pacientes con enfermedad renal en fase terminal fallece por falta de accesibilidad a los servicios de salud, principalmente porque implica gastos anuales de entre 350 a 400 mil pesos, con un promedio de tres sesiones semanales de hemodiálisis.

“Más de cien mil pacientes mueren año con año por la insuficiencia renal crónica terminal, pero en los siguientes habrá 120 y luego 150 mil fallecimientos, esto se debe a que hay más de ocho millones de pacientes con diabetes tipo II que pueden desarrollar insuficiencia renal del tipo crónico. El problema es que no hay el suficiente acceso para pacientes con insuficiencia renal en etapa terminal. Vemos que la hemodiálisis es una tecnología madura y, sin embargo, requiere mayor investigación para innovar y reducir costos de los tratamientos”, expresa Miguel Cadena Méndez.

De acuerdo con el doctor Ángel Fonseca, el precio de una hemodiálisis convencional es fluctuante, pues va de mil 500 a dos mil 500 pesos por cada sesión. A este golpe en el bolsillo no se incluye el uso de medicamentos, un elemento complementario del tratamiento tradicional que representa 25 por ciento adicional al gasto, por lo que una de las estrategias del grupo de investigación de la clínica es eliminar el uso de los medicamentos y reducir costos en el tratamiento.
Calidad de vida

En la actualidad, señalan los especialistas, no existe en México una clínica de investigación de este tipo, cuyo objetivo sea mejorar las técnicas ya existentes en el tratamiento de la hemodiafiltración en poblaciones heterogéneas. Así, desarrollar la evidencia en relación con costos de operación y su efectividad, para eventualmente trasladar este conocimiento a los sistemas de salud del país, incluyendo la motivación para la creación en cascada de nuevas clínicas, es la misión en una primera fase de la clínica de investigación.

Los especialistas de la Clínica de Investigación en Hemodiálisis de la UAM prevén que la aplicación conjunta de estas innovaciones logre un aumento en la calidad de vida de los pacientes paralelo a la calidad de vida que tienen los pacientes con trasplante renal.

“Hay pacientes que sufren en cada tratamiento, sienten que se desmayan y pierden el conocimiento, hay quienes sufren tanto que se suicidan: la tasa de mortalidad registrada por suicidios en Europa es muy alta; el paciente se da por vencido y termina su vida de forma negativa. Queremos que nuestros pacientes tengan una calidad de vida y sobrevida del orden de 10 o más años, equivalente a los años de vida que alcanza en promedio un paciente con trasplante renal”, expresa Miguel Cadena.

Actualmente se hacen más de tres mil trasplantes en nuestro país por año, asegura Cadena, por lo tanto, aún no representa el trasplante una solución inmediata para las grandes poblaciones con este padecimiento. “Contrariamente, nuestro proceso de hemodiafiltración sí puede significar una solución para contender con la tremenda ola de pacientes que se presentará durante los próximos años”, explica Miguel Cadena.

Por último, Andrés Morón Mendoza, ingeniero biomédico y presidente de la Fundación AMORN A. C. (Asociación Mexicana para la Obesidad, Riñón y Nutrición), donde actualmente se alberga la clínica de investigación dice: “Esperamos que la validación de los procesos médicos que aquí se implementarán puedan cambiar el rumbo de la atención de los pacientes, quienes también tendrán apoyo psicológico y financiero para mejorar sus vidas. Así, parte del proceso es reintegrarlos a la sociedad”, concluye.





Redactado por Carmen Báez en: http://conacytprensa.mx/index.php/ciencia/salud/20225-innovacion-mexicana-insuficiencia-renal

Fotografía de Conacyt

Yalam, al rescate de las lenguas indígenas de Oaxaca


La herramienta disponible en sistema Android para dispositivos móviles fue creada por los alumnos del octavo cuatrimestre de la ingeniería en tecnologías de la información y comunicación (TIC), Gema Citlali Yáñez Chávez, Clara del Rocío López Galván, Félix Pérez Velasco y Richard Daniel Mendoza Hernández, bajo la tutela del director de las carreras TIC y mecatrónica, Alfonso Miguel Escobar.

La app, que tiene el subtítulo “Voces de mi tierra”, reproduce palabras de las categorías: cuerpo humano; partes de una casa; frutas y verduras, así como animales, de los 16 idiomas que se hablan en el estado: amuzgo, chatino, chinanteco, chocholteco, chontal, cuicateco, huave, ixcateco, mazateco, mixe, mixteco, náhuatl, triqui, tzotzil, zapoteco y zoque.

Los jóvenes crearon elementos iconográficos que representan objetos y, con apoyo del Centro de Estudios y Desarrollo de las Lenguas Indígenas de Oaxaca (Cedelio), reprodujeron la pronunciación y escritura.

“La idea surgió porque en mi comunidad de origen, Santiago Amoltepec, el mixteco ha dejado de hablarse entre las nuevas generaciones, por ello de manera conjunta con mis compañeros desarrollamos desde los dibujos hasta la tecnología”, explica Félix Pérez Velasco.

Yalam, voces de mi tierra obtuvo el segundo lugar del Concurso Nacional de Innovación y Emprendimiento del Subsistema de Universidades Tecnológicas y Politécnicas (Conies) 2017 en el rubro Proyectos sociales.

“El principal problema fue encontrar personas que pudiesen hablar ixcateco, cuicateco, chontal, chocholteco y mazateco, por ello acudimos al Cedelio, institución que nos apoyó con el rescate cultural. En el caso del ixcateco, el número de hablantes se reduce a menos de 20 personas”, indica Gema Yáñez Chávez.

En México, de acuerdo con la encuesta intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) se contabilizan siete millones 382 mil 785 personas de tres años y más de edad que hablan alguna lengua indígena, cifra que representa 6.5 por ciento del total nacional.

Mientras tanto, en Oaxaca, un millón 205 mil 886 personas son hablantes de lengua indígena, lo que representa 32.1 por ciento de la población de tres años y más del estado, ocupando el primer lugar a nivel nacional por número de hablantes y diversidad de idiomas.

Los estudiantes de la UTVCO concentraron sus conocimientos tecnológicos para resguardar las palabras de lenguas que están a punto de desaparecer y cuyos hablantes son cada vez más difíciles de encontrar.

La aplicación es la primera que agrupa un número similar de lenguas indígenas, ya que existen otras que se enfocan exclusivamente en un idioma y otras que funcionan como diccionarios o traductores.

Los desarrolladores refieren que en un principio pensaron enfocarse únicamente en el mixteco, pero al darse cuenta del peligro lingüístico que corren idiomas como el ixcateco y el chocholteco, decidieron ampliar sus objetivos.

Y es que según el Atlas de las lenguas del mundo en peligro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), ambos idiomas se encuentran registrados en situación crítica por su escaso número de hablantes.

Este equipo de la UTVCO ve hacia adelante y sostiene que esta aplicación es apenas el inicio de un camino que decidieron emprender, mismo que va hacia la “realidad aumentada”, aplicada en el mismo sentido: el rescate de la tradición oral de sus pueblos y comunidades indígenas.




Redacción por Flor Hernández de: http://conacytprensa.mx/index.php/tecnologia/tic/20324-yalam-lenguas-indigenas-oaxaca

Fotos de Conacyt

Plantas medicinales para combatir la obesidad


Un equipo de especialistas del cuerpo académico de Farmacia y Química Clínica de la Universidad de Guanajuato (UG) analiza los compuestos químicos de 15 especies de plantas endémicas de México, con la finalidad de crear fitomedicamentos para el tratamiento de la obesidad.

La obesidad es un problema de salud pública global que incrementa con los años; de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde la década de los noventa a la actualidad, la incidencia se ha más que duplicado. En 2016, había más de 650 millones de obesos.

El estudio liderado por Ángel Josabad Alonso Castro, doctor en ciencias bioquímicas, inició con una revisión bibliográfica mediante el análisis de libros, tesis y artículos científicos de las plantas medicinales mexicanas que han sido utilizadas de manera empírica para bajar de peso.

“Nuestro equipo de trabajo se dio a la tarea de realizar una búsqueda bibliográfica científica que nos pudiera dar información y tener una recopilación completa de conocimiento que existe de plantas medicinales usadas para el tratamiento de la obesidad. Existen libros de las décadas de los sesenta y setenta, pero la mayoría de ellos no cuenta con información precisa de plantas que tienen efecto antiobesidad, recordemos que el problema de la obesidad ha ido incrementando en las últimas décadas; encontramos más información bibliográfica de los años noventa, cuando aumentaron los índices de obesidad”, explicó en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.

De este análisis, el grupo de investigación identificó 139 especies de plantas, de las cuales solo una pequeña proporción había sido estudiada con fines farmacológicos y, por tanto, había información sobre sus componentes químicos. La información obtenida se dividió en dos categorías: plantas que han sido estudiadas y aquellas que no. “De la primera categoría, identificamos trabajos realizados con aguacate, chile y calabaza, por ejemplo”.

Del grupo de especies que hasta ahora no habían sido estudiadas para estos fines, 15 fueron seleccionadas por el grupo de investigación para su análisis farmacológico, fitoquímico, toxicológico. De ellas, destacan variedades de nopal (Opuntia) como el xoconoxtle (Opuntia joconostle), nopal blanco (Opuntia megacantha), nopal de cochinilla (Opuntia cochenillifera); amaranto (Amaranthus hypochondriacus); guanábana (Annona muricata), y hierba del sapo (Eryngium carlinae), por mencionar algunas.

“El xoconoxtle crece en zonas áridas en la región centro y norte del país. Del nopal blanco, no se conocen con exactitud los componentes de esta planta, pero se han utilizado para el tratamiento de diabetes. En mis estudios de maestría con el doctor Luis Salazar Olivo, del Ipicyt, vimos que el consumo del nopal ayuda a disminuir los niveles de azúcar en la sangre e incluso triglicéridos. Sobre la hierba del sapo no hay muchos estudios. Esto nos llama la atención porque son plantas que no se han aprovechado en la investigación. No es que se tengan en el olvido porque se utilizan en ciertas regiones y probablemente no se conocen en otras”, explicó.

Actualmente, el grupo de investigación ha comenzado con los estudios in vitro con células adiposas de ratón, y de esta manera observar si los extractos de las plantas seleccionadas disminuyen el número de estas células encargadas de almacenar lípidos o grasas en el organismo.

“Vamos a identificar químicamente el extracto, metabolitos y componentes principales y saber si algunos de estos componentes ya se ha descrito, de no ser así, podemos partir de aquí y aislar y purificar el compuesto”, expresó Ángel Josabad Alonso Castro, miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

El futuro de esta línea de investigación versa en obtener resultados que puedan ser útiles en el desarrollo de fármacos que favorezcan la salud de los pacientes con obesidad.

“Queremos que nuestro blanco terapéutico actúe directamente sobre la grasa, y una vez que identifiquemos los extractos que disminuyen el mayor número de células de grasa, realizaremos estudios en ratones obesos. Una vez que concluyamos con la etapa preclínica, la idea es probar su efecto en pacientes, y esta sería la parte final del estudio”, agregó.

En el proyecto también colaboran Candy Carranza Álvarez, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), y Fabiola Domínguez Avilés, del Centro de Investigación Biomédica de Oriente del Instituto Mexicano del Seguro Social (Cibior IMSS), este último cuenta con un laboratorio de biotecnología de plantas medicinales.

De acuerdo con Ángel Josabad Alonso Castro, miembro del grupo de especialistas de la UG, actualmente no hay productos a base de plantas medicinales aprobados en México para el tratamiento de la obesidad; sin embargo, hay un sinnúmero de productos en el mercado sin respaldo científico y que no han sido avalados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

En palabras del especialista, en México son escasos los grupos de investigación que realizan estudios sobre plantas medicinales en el tratamiento de diversas patologías, incluida la obesidad. A una década de especializarse en esta línea de investigación, Ángel Josabad Alonso subraya la necesidad de mayor participación científica en el campo de la herbolaria y plantas medicinales endémicas, a fin de generar evidencia y mayor aceptación de los fitomedicamentos en la práctica clínica.

“La industria farmacéutica tiene que aprovechar el conocimiento para desarrollar fitomedicamentos con estándares de calidad, para ofrecer a la población seguridad en lo que consumen; principalmente porque no hay mucha evidencia científica. Nuestras investigaciones también están enfocadas en entender por qué hay cierto rechazo del personal de salud hacia el uso de fitomedicamentos”, concluyó.



Información de Carmen Báez de: http://conacytprensa.mx/index.php/ciencia/salud/20206-plantas-medicinales-combatir-obesidad