En la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), un grupo de investigadores, liderados por el doctor Jorge Fernando Toro Vázquez, ha desarrollado una alternativa saludable que sustituya el uso de los ácidos grasos trans en alimentos procesados y que al mismo tiempo permita que las empresas sigan elaborando sus productos.
Esta alternativa se da gracias al desarrollo de un proceso denominado organogelación, que consiste en la adición, al aceite vegetal, de pequeñas moléculas que tienen la capacidad de autoensamblarse y formar estructuras tridimensionales que “atrapan” la parte líquida del aceite y darle una textura elástica, similar a la de la margarina y otras cremas vegetales.
Este trabajo, desarrollado por más de 10 años, le mereció a Jorge Toro el Premio Timothy L. Mounts, galardón otorgado por la División de Aplicaciones Comestibles de Lípidos y Aceites Vegetales de la Sociedad Norteamericana de Química y Fisicoquímica de Aceites (AOCS, por sus siglas en inglés), que nunca antes se había entregado a ningún grupo de investigación en México ni en América Latina.
El premio llegó como una grata sorpresa para el investigador, que no sabía que había sido postulado por un grupo europeo, un grupo estadounidense y uno canadiense para recibir el reconocimiento.
La sustitución de todas las grasas vegetales de los alimentos no es un reto fácil, pues hay que buscar sustitutos que, además de tener las propiedades de sabor y textura de las grasas que se utilizan hoy en día, sean una alternativa saludable. Pero ya desde hace más de 10 años, el equipo de investigación liderado por Jorge Toro aceptó este reto y el Premio Timothy L. Mounts es solo uno de los indicios de que va por buen camino.
La metodología que el grupo de investigadores de la UASLP ha desarrollado se conoce como organogelación y permite que los aceites vegetales alcancen texturas parecidas a la de la margarina sin necesidad de agregar ácidos grasos saturados o de someterlos a procesos en los que se generen ácidos grasos trans.
Esto se logra gracias a la adición de pequeñas moléculas provenientes de fuentes naturales como la cera de candelilla, un arbusto del norte de México, y otras fuentes vegetales. Estas moléculas tienen la capacidad de autoensamblarse y formar una especie de redes o telarañas que “aprisionan” la parte líquida de los aceites y le dan una textura semisólida.
Este método tiene la evidente ventaja de no alterar la estructura molecular de los aceites y, por lo tanto, de no producir ácidos grasos trans, además de que su uso es efectivo incluso en concentraciones muy bajas, en las que la adición de solo tres por ciento de las moléculas organogelantes logra solidificar hasta 90 o 95 por ciento del aceite, explica Jorge Toro.
Jorge Toro hace énfasis en que la adopción de estas nuevas tecnologías se hará con base en el interés propio de las empresas, pero que gracias a las decisiones gubernamentales en materia de salud de prohibir la adición de grasas trans en los alimentos, la industria está teniendo un acercamiento bastante importante con el grupo de investigación y han comenzado a implementar la organogelación como parte de sus procesos productivos, e incluso han financiado parte de la experimentación en este tema.
“Ahora, este va a ser un proceso gradual, porque de manera directa, el tipo de equipo que se utiliza para llevar a cabo la cristalización de los aceites, con la tecnología actual, es muy diferente al que se requiere para la organogelación. Pero va a ser una transición muy similar a la que ocurrió hace unos 40 años, cuando la mantequilla y otras grasas animales empezaron a entrar en un desuso y comenzaron a utilizarse la margarina y las grasas trans”.
Desafortunadamente, los interesados han sido principalmente empresas estadounidenses, europeas e israelíes, y todavía no hay empresas mexicanas que se interesen por esta nueva tecnología, detalla el investigador.
El grupo de investigación de la UASLP planea seguir trabajando en mejorar el proceso de organogelación. Pues para obtener la textura deseada en cada producto deben cuidarse variables como concentración y tipo de molécula organogelante, temperatura, velocidad de enfriamiento, tipo y tiempo de agitación y tiempo de cristalización, como lo explican en su último artículo publicado en la revista Food Research International; además de que todas las condiciones observadas en el laboratorio deben probarse a escalas industriales.
Pero Jorge Toro considera que este es un reto alcanzable gracias al trabajo de investigadores, estudiantes de posgrado —en especial del doctorado de ciencias en bioprocesos—, a la inversión de la industria privada y a los apoyos económicos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que espera siga apoyando las investigaciones en el país a pesar de las adversidades económicas que se enfrentan.
Redacción: Amapaola Nava de Conacyt en http://conacytprensa.mx/index.php/ciencia/salud/16390-grasas-trans-organogelacion-jorge-toro-alimentos






